«En el mundo de Todas las sangres, un mal y un bien absolutos se reparten personas, instituciones y cosas de una manera tan precisa que no queda campo para la ambigüedad. Todo es claro en este mundo. Los malvados lo son no solamente para sus víctimas, los buenos; también para sí mismos. Tienen conciencia de su maldad y, al tiempo que la practican, la declaran. Todos están de acuerdo en la clasificación moral de las conductas de las personas y de las instituciones. Así, los imperialistas y los capitalistas que explotan, saquean, esquilman, engañan, roban, se confiesan ladrones, asesinos, destructores, y antipatrióticos... Los malos en la novela tienen una conciencia resplandeciente de su maldad, igual que los buenos, que saben que lo son.». (p. 265)
Arguedas defendió explícitamente —lo que podría llamarse la utopía de todas las sangres o del socialismo mágico —5 Cuando Arguedas escribió que el socialismo no mató en él lo mágico señala su adhesión al socialismo sin renunciar a la magia, tesis que tiene una potencialidad política muy grande. En la realidad objetiva del Perú de los años veinte y de los años noventa habían y hay miles de personas que tienen un discurso aparentemente radical anti-occidental y otros miles de personas con un discurso igualmente radical pero -occidental. Estas posiciones extremas reproducen en el siglo XX las tensiones profundas surgidas en el siglo XVI luego de la violentísima confrontación producida por la conquista. Es un ejemplo cabal de este fragmento dominante del Perú que no tiene simpatía alguna por los grupos étnicos del país. Arguedas no inventó literalmente a sus personajes, los tomó de la realidad objetiva, les cambió de nombre y los recreó en la trama y urdimbre de sus ficciones. Fue el primer antropólogo latinoamericano que hizo en España un trabajo de campo con el explícito propósito de buscar, entre otras cosas, cuáles de las raíces andinas y peruanas vinieron del viejo continente8. En Huancayo hizo un largo estudio de la feria dominical y de su paso por el Valle del Mantaro guardó por mucho tiempo un gran entusiasmo por los mestizos, como elementos claves del futuro peruano, en abierta contradicción con el supuesto carácter “antimestizo” de la llamada utopía arcaica. Fue a Chimbote a hacer un trabajo de campo, porque intuía que el primer puerto de harina de pescado en el mundo era la punta de lanza del cambio que el capitalismo estaba produciendo en el país.
Podríamos aventurarnos a decir de nuevo que la búsqueda continua de Arguedas con una obra como todas las sangres ha sido la superación de las dicotomías de razas en este caso, es decir, lograr ese socialismo mágico para la convivencia sin discriminación de razas o credos, solamente la búsqueda de un Perú sin deferencias. Todo esto busca lograrse fundamentalmente con un personaje maravilloso llamado Rendón Wilka; el continuo trabajo de este personaje dentro de la obra es la superación de las diferencias sin necesidad de la exclusión o de las luchas por poder.
Si es posible que circulen todas las sangres por el Perú.
jueves, 3 de diciembre de 2009
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